Belén quiteño

Belén quiteño

TITULO DE LA OBRA:
Belén

CLASIFICACIÓN:
¿Quito?
Siglo XVIII
Autor desconocido

PROCEDENCIA:
Escuela de Cristo. Parroquia de Santa María de la Almudena (Madrid)

MATERIALES:
Madera. Vidrio.

TÉCNICA:
Entallado y ensamblado
Policromía mediante pintura al óleo, técnica del estofado, picado de lustre y esgrafiado.
Carnaciones al pulimento.

MEDIDAS:
65 x 29 x 29 cms.

ESTADO DE CONSERVACIÓN:
Bueno

DESCRIPCIÓN Y ESTUDIO:

Entre los tesoros del Museo de la Catedral de la Almudena se encuentra este Belén del siglo XVIII catalogado como de Escuela Quiteña. Se trata del Misterio que cada año se exhibe en el presbiterio de la Catedral durante el tiempo de Navidad.

El conjunto está formado por san José y la Virgen que aparecen arrodillados con la mirada entornada hacia el Niño. La Virgen apoya sus manos abiertas sobre el pecho mostrando un rostro de delicadas facciones. Su cabeza está cubierta por un velo blanco ribeteado que deja entrever los cabellos en la frente. Aparece ataviada de túnica rosácea y capa azul que cae por los hombros creando un delicado juego de pliegues. La policromía de la capa está realizada mediante la técnica del estofado creando un bonito juego de flores doradas de gran naturalismo, motivo ornamental propio del siglo XVIII.

San José apoya su mano derecha sobre el pecho y con la izquierda sujeta una vara de plata que no es la original. Sus cabellos negros caen por los hombros. Viste túnica y manto. La túnica es de color dorado, decorada con pequeñas flores al óleo, con cuello blanco vuelto y ceñida a la cintura. El manto cae desde el hombro izquierdo formando draperías, decorado mediante la técnica del picado de lustre, técnica procedente de la orfebrería que consiste en puntear la superficie para crear la sensación de tejido rico.

Junto a la Virgen y a San José, se han conservado la mula y el buey, dos pequeñas figuras cuyos hocicos y orejas perfiladas, así como los ojos rasgados dejan de manifiesto el origen indo-americano del escultor.

También el rostro de san José pone de manifiesto el carácter mestizo de la obra. Sus cabellos negros, los ojos ligeramente rasgados y la tez morena nos recuerdan los rasgos indígenas. Al contrario que San José, en los pesebres de la Escuela Quiteña, la Virgen suele tener la tez blanca con rasgos europeos.

Otras características son comunes en estos tipos de belenes. Tanto José como María siempre aparecen arrodillados, extasiados mirando al Niño. Curiosamente José siempre viste con túnica de cuello vuelto blanco de picos. Las esculturas del niño suelen estar dotadas de mucho movimiento. Lamentablemente en el belén de la Catedral, el niño original del conjunto no se conserva, siendo reemplazado por un niño de los llamados de Olot. Este año, el Cabildo de la Catedral ha encomendado al escultor Antonio José Martínez la realización de un nuevo niño que se ajuste mejor a la estética quiteña del conjunto y que se podrá ver por primera vez esta Navidad.

La Escuela Quiteña se desarrolló a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI hasta principios del siglo XIX en lo que era la Real Audiencia de Quito. La llegada de los colonizadores españoles, y con ellos los misioneros franciscanos, supuso el principio del mestizaje entre los dos mundos: el europeo y el indo-americano.

Los misioneros se encargaron de la educación de los indígenas estableciendo escuelas donde se enseñaba a leer y a escribir de manera gratuita. La población autóctona no solo recibió la cultura europea de boca de los misioneros sino que aprendieron técnicas nuevas para trabajar la tierra, nuevos oficios como los de carpintero o albañil así como otros relacionados con las artes, especialmente la arquitectura, la pintura y la escultura.

Durante el siglo XVII y XVIII surgieron en la Real Audiencia de Quito un buen número de artistas que con gran maestría supieron fusionar la herencia artística europea con la sensibilidad estética de los pueblos indígenas de la región. Sus trabajos eran principalmente encargos de las órdenes religiosas que encontraron en las producciones artísticas un magnífico aliado para la labor evangelizadora.

Dentro de la Escuela Quiteña de escultura fueron especialmente célebres los pesebres, representaciones del nacimiento de Cristo cuya iconografía procedía de Europa pero interpretada en clave indígena. Los personajes presentan rasgos americanos así como la flora y la fauna que acompaña la escena es la propia de esta región del continente. Esta aportación de los artistas locales hizo que los pesebres quiteños tuvieran gran acogida especialmente en España y en Italia por el exotismo de las escenas.

En Madrid, cada año por Navidad, se puede disfrutar en el Convento del Corpus Christi conocido popularmente como las Carboneras, de uno de los belenes quiteños más importantes que se conservan en España. El Niño, María y José, están acompañados de los tres reyes a caballo y de otro número de personajes singulares como el pregonero real ataviado con casaca y tricornio que, tocando la trompeta, anuncia la llegada del Mesías.

Óscar Uceta García
Museo de la Catedral de la Almudena